R. Díaz Maderuelo - J. M. García Campillo - C. G. Wagner - L. A. Ruiz Cabrero - V. Peña Romo - P. González Gutiérrez

Infanticidio y gemelos


En principio, la supresión de gemelos -en sus distintas variedades de actuación- no tiene por qué ser contemplada o evaluada de manera específica o distinta que cualesquiera de los diferentes tipos de infanticidio que hemos documentado en el epígrafe anterior. Una rápida revisión de los datos disponibles en nuestra reducida muestra, indica claramente que la eliminación de uno o los dos gemelos puede tipificarse según las motivaciones que establecimos al tratar el infanticidio en general.

Así, los aranda (Murdock 1945:43), los camayurá (Meggers 1976:80), los cayapó (ibid:111) y los waiwai (ibid:138) parece que se deshacen siempre de ambos gemelos, lo que señalaría que el homicidio obedece a presiones productivas. Los huitoto (Murdock 1945:365) y los quijo contemporáneos eliminan al que nace en segundo lugar:

QUIJO (Ecuador; actualmente, familia lingüística quechua; anteriormente quizá familia barbacoana; época colonial y contemporánea).- [infanticidio de gemelos]

«En tiempos pasados, cuando nacían gemelos, mataban enseguida al segundo de ellos. Algunos informantes nos contaron que esto ocurre con frecuencia aún hoy día; otros lo negaron de manera más decidida. El autor mismo ha podido observar que a uno de los gemelos siempre se le entrega a otra gente, o bien a un matrimonio sin hijos de alguna otra familia extensa, o a una familia de blancos. En este último caso, los blancos se dirigen al Teniente Político y registran al niño como criado. Éste se queda con ellos hasta alcanzar la mayoría de edad. Si los padres adoptivos son indios, entonces adoptan al gemelo y éste obtiene todos los derechos pertinentes. Pero también se da el caso de que más tarde, este niño vuelve a la familia de sus padres naturales, especialmente cuando el otro gemelo se muere.
Según Karsten, los Quijos suponen, igual que los Canelos y otros grupos que, al nacer gemelos, el marido es padre sólo del primer nacido, mientras que el segundo es de otro hombre o de un “espíritu maligno”. Yo no he podido saber nada al respecto, pero esta creencia explicaría la tendencia de deshacerse de uno de los dos niños. Una idea semejante existía entre los indios de la Sierra, que creían que uno de los gemelos era hijo del rayo. Los padres tenían que someterse a largas ceremonias de purificación, porque se suponía que el nacimiento de mellizos era consecuencia de un pecado.» [Oberem 1971:195].

el cual es casi siempre también mucho más débil o está menos desarrollado que su hermano mayor, según los parámetros usuales de la biología humana . Estos dos casos parecen indicar que el infanticidio aquí obedece a presiones productivas: es problemático criar dos hijos al tiempo y se elige al que más posibilidades de éxito presenta.

En otras sociedades el infanticidio de gemelos se configura merced a las motivaciones derivadas de la estructura socio-familiar preferencial. Así, los mundugumor prefieren a las niñas y pueden llegar a salvarse las dos gemelas:

MUNDUGUMOR (costa norte central de Nueva Guinea; ca. 1920).-[posibilidades de infanticidio de gemelos]

«Además de las circunstancias que conducen a salvar el primer niño y de las consideraciones que resultan de allí para conservar a otros niños [cf. Texto 3], existen dos factores que inciden en el aumento de la población: el nacimiento de mellizos y la costumbre de la adopción. Como una ironía respecto a su disgusto por los niños, las mujeres mundugumor tienen una tendencia extraordinariamente fuerte a dar a luz mellizos; la proporción de mellizos es mucho mayor que en cualquiera de las otras tribus conocidas de esa parte de Nueva Guinea. Rara vez ambos mellizos son eliminados. Si son dos niños, o un niño y una niña, se descarta al niño; en el caso de ser dos niñas, ambas son salvadas. Uno de los mellizos, sin embargo, se da siempre en adopción, pues las madres mundugumor no tienen por costumbre amamantar a dos niños a la vez.» [Mead 1994:165].

mientras que entre los toda sólo los varones tienen alguna posibilidad («si nacen gemelos, se mata uno, aunque ambos sean varones; si son hembras, se mata a ambas», Murdock 1945:103); de manera parecida, los nama acaban con uno de los gemelos pero se les deja vivir a ambos si son varones (Murdock 1945:388). El caso entre los aino de Japón, quienes, según Murdock (1945:148), se deshacen de uno de los gemelos, no puede valorarse convenientemente, ya que no se especifica en más detalle; otro tanto ocurre con los araucanos, de quienes Krickeberg (1946:244) señala que mataban a los gemelos, sin proporcionar más información.

Aunque no hemos podido localizar más datos acerca del infanticidio efectivo de gemelos, es de suponer que si una o ambas criaturas tienen la desgracia de perder a la madre en el parto, o presentar deformidades (reales o aparentes), serán también objeto de infanticidio.

Por todo lo anterior, es razonable lo expresado por Ball y Hill (1996), en el sentido de que el infanticidio de gemelos se inscribe claramente en el conjunto de las motivaciones que llevan a la eliminación de hijos no deseados, debiendo considerarse no como una práctica ideológico-cultural diferencial y arbitraria, sino como una estrategia puramente adaptativa:

«...“twin infanticide” has been analysed from a variety of different explanatory perspecives, but no one has yet questioned whether infanticide of twins is a distinct form of infanticide or whether twins are killed not specifically because they are twins but because they fall into one or several of the categories under which any infant would be killed. In looking past the emic explanations for twin-killing traditions we see a biologically adaptive behavior pattern which ensures that parents do not invest resources in infants with less than the optimum chance of survival (...) We argue that it [twin infanticide] does not occur in isolation -societies which kill twins also kill infants for other reasons- and demonstrate that the most prevalent reason for killing infants which co-occurs with the killing of twins is infanticide due to reduced survival chances of the infant. We suggest that the killing of twin infants is ultimately an adaptive strategy to increase reproductive success. Emic explanations for the killing of infants (e.g., fear, inhumanity, etc.) operate at a proximate level (i.e., are the immediate triggers of a practice), but at an ultimate level of interpretation (i.e., considering the “adaptive significance” of a practice) we can view the killing of twins as the killing of infants with potentially reduced fitness, not as a discrete category of infanticide in itself.» [Ball y Hill 1996:857].

Y concluyen las citadas autoras:
«Our analyses indicate that the most likely category for infanticide into which twins would fall is the “lowered viability infants category.” Twins may also be subjected to infanticide for birth spacing and/or population control, but because of lack of data we cannot adequately test these predictions at present. We do not think that twins are likely to be singled out for infanticide because of alleged inapropiate conception.
We argue that when infanticidal practices in societies for which “twin infanticide” is reported are closely examined it can be demostrated that infanticide occurs for other reasons. We suggest that because infants who are the products of multiple births are likely to fall into one or several of the other categories which would cause them to be subjected to infanticide also, caution should be exercised in attributing the infanticide of one or both of a pair of twins to the cultural practice of “twin infanticide”. In other words, it seems logical to argue that infants who are twins may be subjected to infanticide not because they are twins per se but because by virtue of being twins they manifest attributes that would cause them to fall into one or several categories under which any infant, singleton or twin, would be killed.» [ibid.:861].

Sin embargo, y aunque suscribimos por completo estas conclusiones, hemos creído conveniente reservar un epígrafe particular para la presentación de los datos sobre el infanticidio de gemelos debido a varias razones:

a) se evidencian de manera mucho más clara las explicaciones de tipo emic que ofrecen los sujetos que llevan a cabo el infanticidio,
b) se puede ilustrar un proceso de cambio socio-cultural en ciertas sociedades que han abandonado la práctica del infanticidio de gemelos, proceso que quizá pueda resultar altamente interesante para el estudio de algunos de los otros temas de investigación del proyecto,
c) el aparato ideológico en torno al origen y nacimiento (y en su caso, eliminación) de gemelos muestra puntos de gran similitud con los posibles contextos ideológicos y rituales en los que se inscriben varios de los casos de sacrificio infantil en sociedades pre-industriales.

Ciertamente, las justificaciones emic del infanticidio de gemelos son muy fáciles de construir si tenemos en cuenta que los nacimientos múltiples en la especie humana, aunque tienen una distribución universal, son un acontecimiento estadísticamente escaso . Así, muchas sociedades tradicionales explican satisfactoriamente la llegada de dos hijos arguyendo que uno de ellos es fruto de un segundo progenitor (y en muchos de estos casos resulta, por lo tanto, ilegítimo), o bien se señala la paternidad de entidades no-humanas o espíritus malignos, lo que convierte a uno o ambos gemelos en adecuados candidatos a la supresión (como alegan y realizan los camayurá, según Meggers 1976:153).

Hay que tener en cuenta, además, las naturales complicaciones de los partos múltiples, en los que se registra un mayor riesgo de muerte para la madre, así como el menor grado de viabilidad del segundo gemelo, factor éste al que ya aludimos más arriba.

Sin embargo, las mismas causas que en las sociedades pre-industriales hacen de los gemelos sujetos de altísimo riesgo de infanticidio, pueden provocar igualmente su consideración como personas sagradas o especialmente positivas. Son bien conocidos los casos en los que los gemelos encarnan a deidades y seres sobrenaturales, como Cástor/Pólux y Rómulo/Remo en la tradición greco-latina, o Hunahpu/Xbalanqué entre los maya-quiché; muchos otros casos de mitologización de gemelos aparecen más adelante.

Más interesante nos resulta la situación que con respecto a los gemelos puede observarse en el África Subsahariana. Aquí, además de estar muy extendida en toda esta gran región la mitologización de los gemelos y la construcción de cosmogonías a su costa, los gemelos tienen una relevancia específica en el entramado de la estructura social. Los siguientes textos ilustran suficientemente -en nuestra opinión- un proceso de cambio cultural según el cual varios grupos africanos (yoruba, herero y matakam, respectivamente) han abandonado la estrategia adaptativa del infanticidio de gemelos, sustituyéndola por lo que podríamos llamar una solución “solidaria”:

YORUBA (Nigeria; rama lingüística kwa, familia níger-kordofaniana; s.XX).- [sobre gemelos]

«El pueblo Yoruba tiene una proporción de 45 nacimientos dobles por cada mil, lo que le convierte en el primer grupo de población mundial con tal característica. A este hecho hay que añadir la alta tasa de mortalidad infantil que se produce en las sociedades tradicionales y, especialmente, entre estos nacimientos múltiples. Estas han sido las razones por las cuales la cultura yoruba ha creado un culto particular, consagrado a los Ere Ibeji o tallas de madera que representan a los niños fallecidos y, supuestamente, contienen sus espíritus (ere: “imagen sagrada”; ibi: “nacer”; iji: “dos”). Hay autores que también los toman como “fetiches” gemelos.
Se cree que los primeros gemelos procedían de Isokun, un lugar sin localización concreta de la antigüedad. Se los consideraba como personas diminutas que vivían en los árboles, lo que ha llevado a asociar a los Ibeji con el Edun o mono Colobus, que tiene su hábitat en el límite del bosque y el campo donde vive el hombre. Por este motivo no eran reconocidos como seres positivos, lo que originó la costumbre de matar a los gemelos. Otra hipótesis apunta que, en un principio, el nacimiento de los gemelos fue considerado como un castigo, pues se pensaba que eran concebidos por dos padres diferentes, constituyendo una prueba de la infidelidad de la madre, lo que provocaba la muerte de los niños y el destierro o incluso la muerte también de sus progenitoras.
No está claro cuándo acabó el infanticidio de gemelos, pero la razón pudo proceder de un decreto del alafin de Oyo, promulgado tras el parto doble de una de sus esposas. El monarca decidió no matar a sus vástagos, pero ordenó que su mujer e hijos fueran apartados de la corte, trasladados a un lugar remoto del reino y considerados muertos. Otra tradición refiere que el rey Ayaka, hermano del dios del trueno Sangó, puso fin a los sacrificios de gemelos después de que su esposa diera a luz una pareja. De esta forma, poco a poco, pasaron de ser considerados monstruos o castigos a ser recibidos como reyes y Orisa (...) En todo el territorio yoruba los gemelos, tanto vivos como muertos, son denominados Emi Alagbara o “espíritus poderosos”.
Los Yoruba creen que los gemelos poseen un alma combinada e inseparable, con poderes sobrenaturales, y que están protegidos por Sangó. Esto les confiere la facultad de traer a sus progenitores, y a la familia en general, unidad, bendición, prosperidad y felicidad, así como enfermedades, desastres e, incluso, la muerte. Al tercer día del nacimiento de los gemelos, la madre visita al babalawo o curandero responsable de la comunidad, quien le da instrucciones prácticas para alejar cualquier espíritu malo y cuidar de ellos. El poder de este curandero se considera tan fuerte que puede decidir sobre las vidas de los recién nacidos y es casi seguro que indicará a los padres si uno o ambos gemelos están destinados a morir.
Los Yoruba creen en la inmortalidad del alma y en su reencarnación. Por ello, cuando muere uno de los gemelos, la vida del otro corre peligro y, para contrarrestarlo, debe buscarse una unidad al espíritu; así, se consulta a un sacerdote de adivinación Ifa o babalawo, que indica a qué tallista ha de encomendarse la realización del Ere Ibeji, que será el sustituto del alma perdida. Existen diferentes variantes respecto al rito a seguir: una hipótesis atribuye el protagonismo al babalawo, que realiza un ritual para transferir el alma del gemelo difunto a la figura de madera, otorgándole poderes y convirtiéndola en objeto de culto (...) En ritos semanales y con motivo de los festivales anuales, la madre prepara comida para su Ibeji, que dispone en platos delante de la talla. A través del proceso de transformación ritual, las imágenes ya no son consideradas por la madre o por otros miembros de la familia como figuras conmemorativas de madera, sino que son identificadas con el propio hijo perdido y se les llama por su nombre. La madre cuida de la talla cada vez que atiende a un gemelo vivo hasta que éste alcanza la madurez, momento en que la pieza pasa a su poder, así como la responsabilidad de su cuidado físico y ritual durante el resto de su vida. Esto se hace de acuerdo con la creencia de que los gemelos comparten un alma, circunstancia que exige que el superviviente sea protegido contra los esfuerzos del muerto para apoderarse del resto del nyama. También se cree que los gemelos pueden comunicarse más fácilmente con los espíritus de los antepasados.
Las figuras se tratan con reverencia, pues el alma del gemelo fallecido puede ayudar a una familia o, si no es cuidada adecuadamente, causar enfermedad, esterilidad u otras desgracias. Se dice que los gemelos traen riqueza a sus padres, de modo que éstos acuden al mercado para bailar y cantar canciones muy imaginativas, llamadas Orin Ibeji, que celebran el poder de los gemelos y que a menudo se improvisan en el momento. Los padres pueden ser recompensados con regalos en dinero por las mujeres del mercado y por los transeúntes. Estos bailes y cánticos suelen ir acompañados por tamborileros y amigos. La madre danza con ambos gemelos o, en su caso, con el vástago vivo a su espalda y la talla conmemorativa del fallecido oculta en su faja.» [Acosta y Llull 1992:169-172].

HERERO (Namibia; rama lingüística benue-congo (bantú), familia níger-kordofaniana; 2ª mitad s. XIX).- [nacimiento celebrado de gemelos]

«Entre los herero, el nacimiento de varios hijos al mismo tiempo es el acontecimiento más feliz que puede ocurrir.(...) El padre y la madre son condenados a un completo silencio, bajo la amenaza de que atraigan una maldición a todos aquellos a los que hablen. Los miembros de la tribu son convocados, trayendo consigo su ganado. La familia de los gemelos debe comparecer ante la asamblea y es recibida con lamentaciones. Cada individuo debe presentarse a los padres y ofrecerles un presente de cuentas u otros adornos, a cambio del cual el padre y la madre le purifican con cierto polvo. Después de esto, el padre tiene derecho a visitar cada una de las aldeas y pedir un buey en cada una, a modo de rescate. Se convierte en un hombre rico.» [Junod 1996 (Tomo II) :377].

MATAKAM (norte de Camerún; rama lingüística chadiana, familia afro-asiática; ca. 1950).- [nacimiento celebrado de gemelos]

«El nacimiento de gemelos sigue siendo un hecho inexplicable y prodigioso; se celebra la llegada de los dos niños y se toman una serie de medidas extraordinarias para preservarles la vida. Los matakam no creen, como otros pueblos primitivos, que hayan sido engendrados por dos padres. A pesar de que conocen perfectamente el papel del padre, consideran los mellizos como seres surgidos del agua, la niebla, las piedras o los árboles que se introdujeron misteriosamente en el seno materno. El herrero, con su oráculo de piedra, tiene que dilucidar siempre su procedencia. Si un niño llega al mundo con las piernas por delante, es que se trata de una criatura que antes nació como melliza y murió pronto -caso muy frecuente-. Su alma se refugió en un árbol, en espera de encontrar una madre; se coló entonces en su cuerpo y por eso nació luego con las piernas por delante. En esto conocen las madres que se trata de un gemelo, y como a tal lo cuidan, le dan nombre y lo festejan. Para celebrar su nacimiento, no se sacrifica una cabra -como para los mellizos ordinarios-, sino una oveja, y se le pone un nombre de los reservados exclusivamente a los gemelos.(...)
Si muriera uno de los mellizos la mujer del herrero lo enterrará en silencio, sin tam-tams ni plañideras, sin llantos, quejas ni otra manifestación de duelo, pues no hay que poner en peligro la vida del otro. Si uno de los dos enferma, no se le prodigarán cuidados, pues es evidente que Dzikile [principal deidad de los matakam] reclama a uno de los niños, y si se cuidara al enfermo, con toda seguridad moriría el otro. Es mejor dejar que elija Dzikile. Lo que, en todo caso, puede intentarse es cambiar rápidamente el nombre de los dos para engañar al dios.(...)
Cada año vuelve a festejarse el cumpleaños de los gemelos. Se prepara nueva cerveza, se cuecen alubias y grasa de riñón y se celebra el banquete, aunque no tan espléndido como la primera vez. Sólo los gemelos celebran su cumpleaños.
Al llegar felizmente a los dieciocho años, es hora de que los jóvenes se casen. Si se trata de chicas, deben hacerlo precisamente el mismo día, pero nunca un mismo hombre puede tomar a las dos. En consecuencia, han de procurarse dos maridos. Si son dos chicos y el segundogénito se casa antes que el primogénito -nunca se olvida quién de los dos es el mayor-, aquél debe regalar a éste una cabra el día de la boda.
Si, en el transcurso de muchos años, el padre hace un regalo a sus hijos gemelos, ya sea grasa, cacahuetes o carne, debe cuidar muy bien de proceder con justicia y repartir bien. Nunca ha de permitir que uno de los hijos salga perjudicado; de hacerlo, el muchacho no tardaría en morir.» [Gardi 1998:175-176].

Ello se ha llevado a cabo gracias a la inestimable ayuda de los recursos ideológicos (que en el caso de los gemelos son abundantes y fáciles de generar): los gemelos tienen un origen o una genealogía sagrados => lo sagrado es positivo => es positivo para la comunidad contar con miembros sagrados => los gemelos no deben desaparecer, traen buena suerte => no sólo no deben ser eliminados sino que hay que mantenerlos contentos, a ellos y a sus progenitores. De esta forma, en algunas sociedades, los matrimonios que procrean gemelos han pasado de tener que deshacerse de ellos a gozar de estima social y -esto es lo importante- económica: no tienen que recurrir al infanticidio, pues tras satisfacer (en algunos casos) una serie de sencillos rituales de purificación y tabú, no les faltarán recursos, recursos que sus vecinos se encargarán de proveer, al modo de una rudimentaria Seguridad Social.

Creemos que esta interpretación puede verse confirmada por la existencia de un par de casos que reflejan un estado de situación intermedio en lo que respecta a la suerte de los gemelos. El primero de estos casos fue documentado a finales del siglo XIX entre los tsonga del sur de Mozambique:

TSONGA (sur de Mozambique; rama lingüística benue-congo (bantú), familia níger-kordofaniana; 2ª mitad s. XIX).- [infanticidio de un gemelo y creencias y ritos relativas a éstos]

«Esta potencia que causa el relámpago y la muerte, está ligada también de manera muy especial al nacimiento de gemelos, de manera que la madre de éstos es llamada Tilo, “Cielo”, y sus hijos vana va Tilo, “hijos del Cielo”. Ahora bien, la llegada al mundo de dos o tres criaturas al mismo tiempo es considerada por los tsonga como una gran desgracia, una contaminación que requiere la realización de ritos específicos.(...)
A los gemelos ya no se les mata hoy día, dejándoles vivir a ambos. Antiguamente, sin embargo, se desembarazaban de aquél que pareciese más débil, dejándole morir de hambre o estrangulándolo con una cuerda. Lo enterraban, como a otros niños de pecho, en un plato ancho partido, a flor de tierra, dejando un agujero para permitir que el aire penetrase, con el fin de que “el espíritu (moya) pueda salir”; esto se hace también en beneficio de la propia madre, para que pueda seguir teniendo más hijos (incluso cuando un niño cualquiera muere diez o más días después de su nacimiento, si es enterrado en el suelo, debe ser colocado su túmulo justo a flor de tierra; si se le enterrase más profundamente, la madre no podría tener más hijos). Mas la muerte de uno de los gemelos no era considerada suficiente como para apartar la maldición. Inmediatamente tras el alumbramiento, se avisa a un médico especial que posee el remedio necesario para estos casos(...) La madre ha de abandonar inmediatamente la aldea; se le construye una pequeña y miserable choza, detrás del pueblo, donde ella pasará a vivir con sus gemelos. La choza precedente es quemada, con todo lo que contenía.
En Zihlala [uno de los clanes tsonga], todas las mujeres se reunían, el mismo día del parto, y partían hacia los cuatro rumbos a buscar agua en viejas calabazas, en los pozos y lagos de los alrededores. Iban saltando y cantando ¡Mbelele, Mbelele! , “¡Que caiga la lluvia, que caiga la lluvia!”.
Tras regresar las mujeres al pueblo, la madre de los gemelos se sentaba con sus hijos en brazos. Las mujeres vertían el agua sobre ella, cantando continuamente la misma salmodia. Esta ceremonia se efectúa para alejar la maldición del nacimiento de gemelos, que es considerada mortal (khombo dra lihahla, dringa lifu). Para completar esta purificación, el curandero entrega a los padres cierta droga, conservada por la familia Matimela. La madre pondrá un poco de esta droga en la calabaza de los milombzana, la cual contiene la bebida que se les da a todos los recién nacidos.
En Khoseni [otro clan], es únicamente el curandero el que lleva a cabo la purificación. Vierte la droga en uno de los recipientes traídos por las mujeres, le añade nsvanyi [pasto medio digerido del estómago de un herbívoro] de una cabra sacrificada para la ocasión, y vierte todo el contenido sobre los hombros de la madre, quien sostiene a los niños en brazos. En seguida, vierte sobre ella agua pura, procedente de otro cántaro, y la mujer se lava concienzudamente, así como a los dos bebés. Hasta que la purificación no haya concluido, ningún habitante de la aldea puede comer nada. Al día siguiente es tabú trabajar los campos, pues ello impediría caer la lluvia(...)
Una vez verificada esta purificación preliminar, la madre de los gemelos se marcha a su nueva choza, fuera de la aldea. Debe vivir completamente apartada de los demás habitantes; tiene sus propios cacharros, su cuchillo, su mortero y su mazo, y prepara su propia comida. Nadie la visita, y sólo le hablan a distancia. Nadie excepto ella puede ver a los niños. Para ayudar a criar a los gemelos, la madre debe contratar a una muchachita, que debe ocuparse exclusivamente de sólo una de las dos criaturas; esto es una regla. Es tabú para una muchacha jugar con un bebé gemelo, aunque éste sea hijo de su hermana mayor (...)
Las otras mujeres recelan de que la desgracia de generar gemelos se transmita a ellas, en caso de que toquen cualquier cosa perteneciente a la madre, o se adornen con ocre sobrante de la provisión de aquélla, o incluso que la madre de los gemelos utilice parte del ocre de otra mujer. Por esta razón, la madre de los gemelos sólo puede sacar agua de un lugar que le es señalado. Cuando regresa con el cántaro lleno en su cabeza debe poner extremo cuidado en no verterlo, especialmente en las cercanías de las demás mujeres, con el fin de que estas últimas no sean contaminadas.
Todas estas prescripciones muestran que la madre de los gemelos es considerada, al igual que una viuda, como alguien al margen de la esfera social. Pero su contaminación es mucho peor que la de una viuda, de suerte que para que pueda ser purificada, las exigencias del kulahla khombo (“alejar la maldición”) son mucho más severas. Según Mboza [un informante], ella deberá “engañar” a [copular con] cuatro hombres, entre la maleza, y los cuatro morirán. Ella se enterará que Fulano [uno de los cuatro] hizo joo-joo (es decir, se queda lívido), que su cuerpo se hincha, que murió. Ella conoce bien la razón: el hombre agarró su polución. Tal vez el cuarto no llegue a morir, pero enfermará de los pulmones (...) A continuación, ella irá a vivir a la casa de sus padres, tendrá relaciones con un amante y dará a luz a un nuevo hijo. Será entonces cuando la purificación esté completa. El marido va a buscarla, paga diez chelines, y la lleva de vuelta a casa. El amante es el que termina de anular el vuhahla, la condición de la mujer que ha tenido gemelos. Su marido construye una nueva vivienda, ella recibe nuevos utensilios y la vida familiar recomienza normalmente.
En cuanto a los gemelos, no pasan por la ceremonia de presentación a la luna, al contrario de los demás niños. Son destetados antes. Con la reanudación de la primera menstruación, la madre procede a realizar el kulahla khombo, que en este caso coincide con el destete. Los niños son alimentados, a partir de entonces, con leche de cabra.
Los gemelos no son estimados como las demás personas. Se les atribuye mal carácter. Cuando comienzan a gatear e intentan acercarse a las otras casas, les arrojan cenizas y los alejan, diciendo: “¡Estas criaturas son hijas del cielo! ¡Marchad de aquí! ¡Vosotros nos odiáis!”. Si un niño normal parece mostrar un carácter particularmente travieso, se dice de él: “Es más malo que un gemelo”. Y si un niño resulta especialmente arisco y difícil de educar, se dice: “Es como un gemelo, no se hace carrera de él”.
Se toman precauciones especiales cuando unos gemelos participan en un funeral. Uno de los sepultureros se dirige a su encuentro a la entrada de la aldea, y les dice: “No temáis nada, hijos del cielo”, y les echa un poco de ceniza sobre sus cabezas. Esto se hace porque los gemelos son débiles (mani vuxapu), y la contaminación de la muerte podría afectarles más que a los otros niños (...) La madre debe tomar precauciones análogas en este caso.(...)
Las costumbres que acabo de describir relativas a los gemelos, y que se encuentran en la mayoría de los clanes tsonga, se explican de dos maneras: 1ª) El nacimiento de gemelos es equivalente a una muerte, y por tanto, una contaminación, la peor de las contaminaciones. De ahí los ritos de purificación, que tienen el carácter de ritos de paso (...) 2ª) La causa de la contaminación no es, sin embargo, una muerte corriente; es el Cielo, ella [la madre de los gemelos] es la mujer del Cielo; se dice que ella hizo el Cielo (ahambi Tilo), que transportó el Cielo (arhwi Tilo), que subió al Cielo (akhandriyi Tilo). La relación establecida entre ella y el Cielo aparecía ya en las costumbres relativas a la lluvia, anteriormente descritas. Recordemos que el día siguiente al nacimiento de gemelos es un ximusi, un día de descanso, en el que nadie debe trabajar la tierra, por miedo a que ello impida caer la lluvia. Cuando se lleva a cabo la ceremonia del mbelele, en Nondrwana y en Zihlahla, las mujeres semidesnudas que son enviadas a limpiar los pozos son acompañadas por la madre de unos gemelos, sin duda para que ella les muestre dónde se encuentran los túmulos de los gemelos, pero también por otra razón: en el bosque sagrado de Libombo hay un agujero en el que se hace entrar a esta mujer; sus compañeras vierten sobre ella agua que han traído de todos los pozos, hasta que el agujero esté medio lleno y el agua llegue a la altura de los senos de esta mujer. ¿Por qué? Indudablemente, porque si la mujer del Cielo está mojada, el propio Cielo lo estará también. Spoon [uno de los informantes] no me dio, por sí mismo, esta explicación, pero cuando se lo sugerí le pareció bien. Los túmulos de los gemelos deben regarse por esta misma razón (...) De ahí también, la precaución de enterrar a los gemelos en terreno húmedo, y la de exhumarlos, en períodos de sequía, si hubieran sido enterrados en lugares secos. Esta regla de enterramiento se aplica también, en algunos clanes, a los niños prematuramente nacidos, aunque no sean gemelos, e incluso a los niños de corta edad, aquéllos a los que aún no se les ha puesto el cordón de algodón alrededor de la cintura, o aquéllos a los que aún no les asoma el primer diente. Por otro lado, los Nkuma [uno de los clanes tsonga] no parecen haber establecido relación alguna entre los gemelos y el Cielo. Estas diferencias pueden explicarse suponiendo que en otros tiempos todos estos casos anormales eran atribuidos a la influencia del Cielo, y la conexión habría sido conservada, en los diversos clanes, solamente mediante una u otra de estas categorías.
La conexión entre los gemelos y el Cielo, que tan claramente se desprende de estas costumbres, reaparece en relación con las tormentas, las cuales son otra manifestación del Cielo. Cuando el rayo amenaza a una aldea, la gente le dice a un gemelo: “¡Ayúdanos, hijo del Cielo! Puedes luchar con el Cielo (mikota Tilo), él te escuchará cuando le hables”. Entonces, el chico sale de la choza y se dirige al Cielo en los siguientes términos: “¡Vete, no nos incomodes! ¡Tenemos miedo! ¡Vete a rugir a otro lado!”. Cuando la tormenta pasa, se le da las gracias al niño. La madre de los gemelos puede también prestar el mismo socorro (...)
Las costumbres relativas a los gemelos varían de un clan a otro. Al tiempo que en ciertas tribus los gemelos son muertos, en otras su llegada se acoge con gran felicidad. Tal es el caso en Tembe y en Maputo [dos de los clanes tsonga], donde se dice que las mujeres desean dar a luz gemelos, y si alguna tiene tan buena suerte, las demás mujeres le piden un poco de la grasa con que ella se unta el cuerpo, confiando en que al untarse con ella, obtengan el mismo buen resultado. La choza [de los padres de los gemelos recién nacidos] nunca es quemada. La madre da a luz a los gemelos detrás de la casa. Cuando llega la hora de volver a entrar a su domicilio, se practica un agujero en la pared trasera de la choza. El padre es excluido de esta vivienda hasta el día en que son presentados a la luna los niños, ceremonia que en estos clanes nunca es suprimida, por más que se traten de gemelos. Cuando el padre es readmitido, la madre le golpea las piernas con un látigo, con el fin de “curarlo” (kumudaha) (...) Recordemos que el clan Tembe es originario del norte, y ha conservado ciertas costumbres que difieren de las del resto de los tsonga.» [Junod 1996( Tomo II) :371-377].

Aquí, los gemelos ya no son objeto de infanticidio, pero ellos y su madre pasarán por un riguroso apartamiento social hasta que una serie de ordalías y purificaciones hayan sido satisfechas; los niños son considerados divinos y se les reconocen ciertas facultades y poderes sobrenaturales, pero se les desprecia y rehuye, una situación que nos recuerda poderosamente a la existencia de los albinos que logran sobrevivir en el seno de la sociedad cuna.

Probablemente la misma situación parece desprenderse de la prolija y algo confusa descripción indígena de los rituales y prescripciones que llevaban a cabo las comunidades quechuas del Perú central en el siglo XV con motivo del nacimiento de gemelos:

QUECHUAS (Perú central; familia lingüística quechua; siglo XVI).- [prescripciones rituales tras el nacimiento de gemelos]

«Desde los tiempos antiguos hasta ahora, cuando algún hombre, en cualquier pueblo y en un solo acto hacía parir hermano y hermana o bien dos hombres o bien dos mujeres, ocurría algo que vamos a narrar en seguida. A quienes nacen de este modo les llamamos curi.
Cuando ocurre un parto de esta clase, aun si se produce de repente y en cualquier pueblo, suelen llevar a los padres y a los recién nacidos esa misma noche al pueblo, así sea en Sucyacancha o en Tumna. Del mismo modo, en los tiempos antiguos, los llevaban inmediatamente a Llacxatambo, pueblo de los Checa, y nunca hacían el traslado durante el día pues temían que pudiera caer helada. En todos estos alrededores se cree y se hace lo mismo.
Y así, dondequiera que nacieran curi, inmediatamente y en una casa cerrada, muy oscura, los padres permanecían echados, sin moverse hasta cinco días. Al quinto día se daban vuelta y continuaban inmóviles. Y en ese día todos los masa [especialista religioso de la comunidad] se reunían en la casa donde habían nacido los curi; se reunían cantando y tocaban sus huancar [tambores] ellos mismos y no las mujeres; entonces eran hombres quienes golpeaban los tambores (...) Y así, como dijimos más arriba, que los padres se daban vuelta al quinto día, desde ese día, todas las noches cantaban [los masa] sin cesar, hasta que llegara otro quinto día (...) Y de ese modo, desde que los padres se daban vuelta para cambiar de postura, se cumplían cinco días, con lo que llegaba a diez días el tiempo que permanecían encerrados. Mientras tanto algunos de los masa que habían salido antes, atrapaban cualquier animal salvaje, aunque fuera un venado pequeño y, en cuanto lo llevaban, hacían salir a los curi a la pampa; y ya eso es otro asunto. Permanecían tocando el caracol, el llamado huanapaya. Otros eran los que iban llevando el pupuna (que es la vara con el lazo que coge papagayos pero con lazo ni tan largo), y otros eran también los que llevaban el llamado sacaya. Este sacaya consistía en un poco de maíz molido con ticti [?], y el hombre que lo llevaba no era masa sino un pariente próximo de los curi. En cambio, los masa llevaban el venado, antes que las otras cosas; lo llevaban hasta la casa temida en que estaban los curi, y allí hacían que pisaran con sus pies al venado. “He aquí que ya te van a mezclar, que te han de hacer aplla [?]”, le decían, y luego lo sacaban y mataban. En seguida, todos los concurrentes, rápidamente, comían la carne del venado sin desperdiciar nada.
Después, y tal como lo dijimos hace un rato, cumplido el décimo día, sacaban a los curi, envueltos en ropa grande, de modo que no podían ser vistos. Entonces, toda la gente y los masa, de tres en tres o de dos en dos, agarrados de las manos y jalándose unos a otros, iban cantando y llorando. Los que jalaban, arrastraban a los parientes de los curi. Y mientras así se jalaban, solían decir: “He de darte una chacra [parcela de terreno para el cultivo]” o “He de darte una llama”. Y cuando ya llegaban a la pampa, así como ahora llevamos el mango de la cruz por delante, en las procesiones, así llevaban el venado, esto es, el pellejo y cabeza embutido de paja porque ya la carne era comida como se ha dicho, lo llevaban muy bellamente, entre la pupuna y la lanza, ordenándolo, ordenándolo todo bien, y muy por delante de todas las cosas. Y así, cuando quien cargaba el venado llegaba a la pampa y lo depositaba en el suelo, allí, un hombre o mujer, pariente de los curi, obsequiando una llama o una chacra hacía que descansaran. Entonces, en el lugar de este modo señalado para el descanso de los mellizos, en llegando allí, se sentaban el padre y la madre y pasaban el día entero, muy agasajados. Los masa, de todas partes venidos, compitiendo en obsequiarse coca los unos a los otros, cantaban y bebían todo este tiempo. Al anochecer, volvían a la casa, al mismo sitio donde antes estuvieron. Cumplidos los cinco días, los trasladaban a otro aposento. Pero, antes de que se hiciera cuanto se ha contado, los masa traían leña y la depositaban en colcas muy grandes; esto se hacía al día siguiente del nacimiento de los mellizos. Olvidamos de anotar esto al principio, donde correspondía. Y hacían arder la leña, sin cesar, todas las noches: “No sea que cualquier mal presagio les llegue”, pensando. Cuando concluían de cumplir todas las ceremonias que hemos dicho, llevaban a los mellizos y a sus padres hasta la laguna de Yansa, esto es, el de donde viene el agua de los Conchas. Preguntaban antes al demonio: “¿Dónde hemos de lavarlo de sus culpas?” Y los conducían a la laguna. Allí preguntaban a un hombre llamado Conchuri, que era sacerdote del demonio: “¿Por qué y a causa de qué culpas nacieron mellizos?” Y la gente decía: “Este hombre ha nacido curi a cambio de su muerte”. Y entonces, “por esta causa, por esa culpa” diciendo, bañaban a los dos. Y, asimismo, bañaban ya a uno ya al otro mellizo hasta o durante el tiempo que consideraban que era la medida de la culpa cometida, aun cuando alguno de ellos se mostrara como a punto de morir por causa del frío. Luego que acababan de bañarlos de este modo, les cortaban los cabellos a los padres, a la mujer no mucho, al hombre tal como solemos cortar a quienes han cometido un delito. Después de hecho todo esto, volvían con los castigados que tenían la figura de muy viejos, engendrador y parturienta; y les ponían una especie de cordeles en forma de collares terciados; el cordel era de hilo blanco y negro, a manera de cadena de oro. “Por el precio de los mellizos, desde ahora, has de guardar un año entero de castidad; ni tú ni tú pecarán con nadie”, ni entre ellos. “Porque si llegaran a pecar cometerían un acto muy malo; harían rendir de fatiga a nuestros masa”, les amonestaban (...)
Y por estas causas, durante todo el año los vigilan hasta que se cumpla el año. Y sólo entonces les sacan los cordones, se los cortan. Y así terminaba todo.
Y ahora concluyamos cuanto hemos narrado informando acerca de lo que ocurre cuando nacen mellizos varones o mellizos mujeres. Si esto ocurre, entonces sufrían, se lamentaban: “No ha de ser bueno el año, el tiempo ha de ser tiempo de padecimientos muy grandes”, solían decir. Pero si los mellizos eran hombre y mujer, creían que era buena señal.» [Arguedas 1975:142-146].

aunque en este segundo caso no podemos saber con certeza si anteriormente se procedía al infanticidio de uno o los dos gemelos, el sacrificio del venado que se describe podría indicar una sustitución de la víctima humana.
Cualquier observador avispado puede advertir que los casos tsonga y quechua ejemplifican claramente una situación que puede empezar a cambiar en cualquier momento, y -en muy poco espacio de tiempo- convertirse en el estado de cosas que se observa entre los yoruba, los herero o los matakam; en el ámbito de lo sagrado, la frontera que separa lo maligno de lo venerable puede ser muy sutil.

Un último aspecto que merece la pena reseñar con respecto a los gemelos es la creencia acerca de la especial conexión de éstos con el ámbito celeste -cualesquiera que sean los términos en los que se defina el “Cielo”- y, por extensión, con la abundancia o escasez de la lluvia, creencia esta última que se muestra con absoluta claridad nuevamente en la cultura tsonga, en el seno de la cual la relación con el cielo y la lluvia (o su ausencia) se hace extensiva a los nacimientos prematuros o abortados y a los bebés de corta edad:

TSONGA (sur de Mozambique; rama lingüística benue-congo (bantú), familia níger-kordofaniana; 2ª mitad s. XIX).- [rito del mbelele = exhumación de los cadáveres infantiles]

«Por otro lado, los tsongas establecen una relación directa entre la sequía y ciertos fenómenos fisiológicos, algo que nadie habría sospechado: abortos, cuando el pequeño cadáver no haya sido tratado conforme a las reglas, nacimiento de gemelos, muerte de bebés que aún no habían sido adscritos a la tribu merced a la ceremonia del boha puri [rito de paso efectuado cuando el niño comiena a gatear] y que no fueron enterrados en un lugar húmedo; tales son las grandes causas naturales que impiden caer la lluvia. Encontré esta idea de una punta a otra de la tribu tsonga; la encontré también entre los pedis del Transvaal, que creen firmemente en ella, y sería interesante saber si los suthu, los zulúes y los hotentotes tienen la misma superstición.
Voy a citar aquí las palabras de Mankhelo, el gran doctor [hechicero] de la corte nkuna en Xiluvana: “Cuando una mujer que tuvo un aborto y dejó la secreción correr, sin decir nada; o enterró a un bebé nacido antes de tiempo en un lugar desconocido; eso es suficiente como para que soplen vientos ardientes que secarán todo el país; la lluvia ya no caerá porque el país ya no está en regla (tiku arahalulami). La lluvia teme este lugar, cesará justo en este lugar. Esa mujer ha cometido una falta grave. Ha arruinado el país del jefe porque escondió sangre que no estaba suficientemente en orden como para formar un ser humano. Esa sangre es tabú. Lo que ella hizo es tabú. Es eso lo que causa el hambre y la muerte”.
¿Qué hacer ahora? El jefe llama a sus hombres y les pregunta: “¿Estáis en estado normal?”. Ellos responden: “Fulana estaba embarazada pero nadie ha visto lo que trajo al mundo”. Fulana será apresada y obligada a mostrar el punto en el que enterró el feto. Se excava en ese punto. La excavación es rociada con una decocción hecha con dos drogas, mbendula y nyangale, preparadas en un recipiente especial. La mujer deberá lavarse, todos los días con este remedio. Después, se reduce a polvo un pedazo de tierra extraída de la excavación y ese polvo se arroja al río. Se vierte en la excavación agua del río. El país está de nuevo en orden y la lluvia caerá (...)
Tal es el gran rito purificador en el clan nkuna. Mankhelo me aseguró que los pedis lo practican de la misma manera. Él ignoraba si la costumbre existe entre otros clanes tsonga, pero Viguet me describió una costumbre, muy semejante, observada en las orillas del Limpopo y que se llama mbelele. Cuando los huesos oraculares revelan que el país está “impuro”, el jefe ordena la celebración del mbelele; es un tiempo de luto (nkosi) para todo el clan. Se procede primero al phokolo, el sacrificio de una víctima de color negro. Después, las mujeres se reúnen. Deben quitarse toda vestimenta, tapándose apenas los riñones con hierbas. A pasos cortos, entonando un cántico especial -mpfula nana, “¡lluvia, cae!”- se dirigen a todos los sitios donde hayan sido enterrados, en la arena seca de las colinas, los bebés nacidos prematuramente; exhuman lo que resta de los pequeños cuerpos y reúnen todas estas materias impuras en un lugar secreto. Además de esto, vierten agua sobre estos túmulos, con el fin de hacerlos desaparecer. En la tarde de ese mismo día van a enterrar estas impurezas en el lodo, cerca del río (...)
Cuando los rhongas ejecutan el rito del mbelele, es una mujer que tuvo gemelos la que conduce la procesión de las mujeres que van a echar agua sobre el túmulo de los gemelos, con el fin de obtener la lluvia. Limpian, también, los pozos, excavándolos de nuevo y retirando todas las impurezas que se encuentren en el agua. Puede suceder que un bebé gemelo haya sido enterrado en las colinas; el cadáver será exhumado para ser nuevamente enterrado cerca del río (...) Los vientos ardientes de octubre cesan y la lluvia cae.
Hay algo de misterioso en todas estas costumbres. Evidentemente, se basan en ciertas ideas relativas a los fenómenos naturales. Consideradas desde este ángulo, he aquí lo que pienso acerca de cuál pueda ser su significado: hay determinados casos en los que el nacimiento de un ser humano es tabú. En cierto modo, todo nacimiento es tabú, pero el de las criaturas prematuras es doblemente peligroso. Las criaturas anormales, como los gemelos, las que mueren antes de la ceremonia del boha puri, y, en ciertos clanes, también aquellos niños cuyos incisivos superiores son los primeros dientes en salir, son una calamidad para el país, pues están relacionados con el poder misterioso del Cielo e impiden caer la lluvia. El gran remedio para este infortunio, la única manera de evitarlo, es enterrar a esas criaturas en suelo húmedo. Si esto no hubiera sido hecho, el jefe debe ordenar que los pequeños sean exhumados y nuevamente inhumados cerca del río. Tal es el fin del mbelele. Si estuvieran húmedos, esos túmulos no causarían mal alguno.
En el clan maluleke, como ya dijimos, estas tres categorías de criaturas deben ser incineradas. Los extranjeros que mueren en el país debe igualmente serlo, por miedo a que pertenezcan a una de esas categorías y, por lo tanto, impidieran la lluvia si fueran sepultados en terreno seco. En esta región el rito del mbelele se denomina nkelenkele. Rhangani hacía de él la siguiente descripción: “Las mujeres reúnen las osamentas de los gemelos, de las criaturas nacidas muertas o de las fallecidas en el parto; les añaden viejos trapos (tal vez los empleados para las menstruaciones). Ellas llevan todo eso a un cruce de caminos y queman todo, cantando canciones obscenas y diciendo ‘¡ Es un gran día, no hay nada prohibido; si se prohibiera algo, eso sería un insulto a la lluvia, no caería !’. El humo que se eleva de la hoguera es una ofrenda religiosa. El país será purificado, la lluvia caerá”. Así, la idea de los maluleke difiere un poco de la de los rhonga» [Junod 1996 (Tomo II):266-269; traducción nuestra].

También Frazer señaló la extraña conexión que algunas sociedades tradicionales establecen entre los fenómenos meteorológicos y los gemelos, y presentó algunos casos referidos a pueblos indígenas del NW de los Estados Unidos:

GRUPOS DIVERSOS (Noroeste de EE.UU; familias lingüísticas diversas; siglo XIX).- [creencias acerca de los gemelos y los fenómenos atmosféricos]

«Existe la creencia muy extendida de que las criaturas mellizas poseen ciertas virtudes mágicas sobre la naturaleza, especialmente para la lluvia y el tiempo. Esta curiosa superstición persiste en algunas tribus de la Columbia Británica y les ha conducido con frecuencia a imponer algunas restricciones singulares o tabúes a los padres de mellizos, aunque el significado exacto de estas prohibiciones sea generalmente oscuro. Así, los indios tsimshian de la Columbia Británica creen que los mellizos tienen dominio sobre los cambios meteorológicos y, en consecuencia rezan a la lluvia y al viento: “Cálmate, aliento de los mellizos”. Creen, asimismo, que los deseos de los mellizos se cumplen siempre y por ello les temen, pues pueden hacer daño al hombre que odien. También los gemelos pueden atraer al salmón y al olachen o pez candela y por esto se les conoce como “los acrecentadores”. En opinión de los indios kwakiutl de la Columbia Británica, los hermanos mellizos son salmones transformados; por ello no pueden acercarse al agua a menos de convertirse otra vez en peces. En su niñez pueden llamar a cualquier viento haciéndole señas con las manos y pueden producir el buen y el mal tiempo, como también curar enfermedades, agitando un sonajero grande de madera. Los indios nootka de la Columbia Británica también creen que los mellizos están, en algún modo, relacionados con los salmones; por esto no pueden pescar salmón, ni comerle, ni siquiera tocarle estando fresco. Pueden hacer el buen y el mal tiempo y ocasionar que llueva, sin más que pintarse de negro las caras y después lavárselas, lo que representará a la lluvia cayendo de las nubes negras. Los indios shuswap, como los indios thompson, asocian a los mellizos con el oso pardo y por ello los llaman “los oseznos pardos”. Según ellos, los mellizos permanecen durante toda la vida dotados de poderes sobrenaturales, en particular el de convertir el tiempo en bueno o malo. Pueden producir la lluvia dejando caer agua de una cesta; hacen el buen tiempo golpeando un pequeño trozo plano de madera atado con cuerda a un palo; levantan tormentas tirando hacia abajo de las puntas de las ramas de los abetos.» [Frazer 1951:93-94].

La asociación mítico-mágica que se propugna en las sociedades tradicionales de los gemelos con los cuerpos y fenómenos celestes puede calificarse de universal y resulta difícil de explicar. Ciertamente, al tratarse de un suceso inusual en la biología reproductiva de la especie humana, el nacimiento múltiple resulta idóneo en el seno de cualquier cultura para extraer consecuencias extraordinarias -negativas o positivas- y pergeñar explicaciones de toda índole.

Sin embargo, sorprende la coincidencia transcultural del hecho de vincular específica y tercamente a las criaturas gemelas con el ámbito celeste, un vínculo -ocioso es decirlo- completamente acientífico y arbitrario. No existiendo posibilidad alguna de difusión entre algunos de los grupos citados en la Nota 6, hay que concluir que esta idea se generaría en la existencia de universales en la psicología humana, universales que en el caso del lenguaje articulado sabemos que pueden existir (cf. p.ej. Comrie 1989). Lo que verdaderamente nos interesa es señalar la consecuencia que frecuentemente se deriva de esto: la asociación de los gemelos con la abundancia/escasez de lluvia, una asociación que se extiende a los niños y muchachos en general. El resultado de esta concepción resulta trágico en muchas ocasiones para los miembros infantiles de la comunidad ya que, como veremos a continuación, les convierte en apropiadas víctimas de sacrificio ritual, allí donde éste se justifica para combatir una sequía y/o favorecer la fertilidad de las cosechas.


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